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En Trufas Rius, empezamos a importar trufa blanca de Alba en 1995, siendo pioneros en España en este punto. La gran rotación nos permite proponer un producto siempre fresco que se envía en contenedor refrigerado, siendo el plazo de entrega en torno a 16 horas para España y 24 horas para el resto de Europa. A la falta de confianza hacia el posible proveedor, hay que añadir los pocos sitios que existen en España para la venta de trufa fresca, y por ello el consumidor se preguntará dónde comprar. Sorteado este punto, el consumidor se centrará en la calidad y buen servicio, pero falta crear la suficiente confianza para decidirse a comprar la trufa blanca. Este punto, el precio, es para la mayoría de los consumidores, el más importante seguido de la calidad y después del servicio. Otro factor importante que afecta al precio es la calidad del producto. A partir de noviembre, si la añada no es escasa, los precios se estabilizan hasta principios de diciembre cuando por motivos de mayor demanda, el precio vuelve a subir. El festival se celebra los fines de semana de principios de octubre a mediados de noviembre.

Es muy divertido llegar un fin de semana a cosechar con los perros. Este crecimiento tan sensible y el requerimiento de perros truferos para encontrar la versión salvaje, hacen de la trufa un producto muy costoso. Desde la media tarde hasta la madrugada del lunes, coinciden en la barra del bar compradores, vendedores, truferos de distinto pelaje e intermediarios. Sus ejemplares son muy cotizados, pudiendo pagarse por kilogramo entre 3000 hasta 6000 € ($52,500 y $105,000pesos). 250 a 500 €. Para entenderlo hay que pensar que, la trufa blanca tiene un coste elevado, de entre 2500 a 5000 € al kilogramo. También el tamaño de la trufa influye en su coste. Por lo tanto, el precio es cambiante según: producto fresco disponible, demanda mundial en el momento, calidad del producto, zona de origen y tamaño de las piezas. Un perro trufero no tiene precio. La dentadura del perro no es más que el conjunto de sus dientes o piezas dentarias. Debido a que su aroma es muy volátil y no admite la cocción, la Trufa Blanca se come cruda, laminada o rallada, espolvoreada sobre los platillos aportando un aroma intenso y delicioso sabor, un placer que pocos llegan a disfrutar.